Tito Petz, es un inquieto duende danzarín que, actualmente, vive en la pequeña y acogedora ciudad de Guaminí: él crea. Cultiva canciones en el planeta Sedna y cuando éstas se deciden a sonar se arrojan desnudas sobre su cuerpo para ser interpretadas del modo más estrambótico y cero convencional posible. El proceso es algo más complejo porque sus compadres de la ciudad La Plata son los que con cadencia y relámpagos abonan a las Sednidenses (habitantes de Sedna) para adaptarlas al planeta tierra. Aunque algunas de las canciones del disco se niegan al ajuste terrenal entero, podemos escuchar en el ritmo de “Epopeya Spaghetti” y “Levedad blusera del ser”, ánimo de contacto con el ser humano, incluso en la letra del Blues, donde la canción, con humor irónico, decide sobre el final eternizarse como todo ser ambicioso. Si tuviese el valor, primero, y la oportunidad, después, de robarme una canción, elegiría sin vacilar “Comiendo del relatifungi”: es excelente, listo. No, listo, no. En el experimental tema se puede apreciar el control de Tito sobre la locura y… listo. Listo, no. Su sensación de viaje por el útero o por el espacio parece estar en lo correcto. Listo.
No quiero entrar en más detalles, para no revelar las sensaciones ocultas de las otras canciones y porque cada uno tiene un punto de vista o no lo tiene y por esa razón sencilla le puede gustar el disco. Exijo que lo escuchen.
Como en todo final tengo que ser decisivo. Yo soy decisivo.
Reseña A Cargo De
Nycolae Yuam, Otro Habitante De Guamilandia.
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